Rodrigo Rojas es algo así como la esperanza silenciosa de River. El paraguayo, un talentoso de rendimientos burbujeantes, guarda en sus pies un caudal de fútbol que hasta ahora realizó un recorrido mucho más breve que el que sugiere su potencial.
El de mañana será su primer partido oficial contra Boca. Pero ya sabe lo que es jugar -y celebrar- ante el viejo rival: fue titular e hizo el primer gol en el 3 a 0 en Mar del Plata que llevó a renunciar a Alfio Basile.
"Ese día nos pusimos muy contentos porque ganamos y jugamos muy bien. Pero sabíamos que lo más importante es cuando se juega por el torneo. Lo del verano ya pasó, no nos tenemos que quedar en eso", asegura.
Rojas comenta que el hincha de River todavía no vio su mejor versión. "Si bien tuve partidos buenos, también hubo otros regulares y malos. Me falta encontrar una regularidad", dice.
Ayer, antes de sumarse a la noche a la concentración en el Monumental, Rojas terminó de disfrutar de la compañía de su novia, con la que convive, y de sus padres, que llegaron desde Asunción hace varios días para estar cerca de él en la previa del partido más importante desde que llegó a River.
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